miércoles, 1 de agosto de 2012

Vino, oro y adiós. Conclusiones que nos deja la ruta olímpica 2012.

Por Sergio Ferraro.

Pocas cosas despiertan más atención en todo el mundo, que todo aquello que ocurre bajo la sombra y luz de los aros olímpicos. En 72 horas he leído, escuchado y visto, toda suerte de reflexiones en torno a la competencia que dio apertura al ciclismo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. De las más variopintas observaciones, análisis y elucubraciones, de lo que para mí ha sido una de las competencias mejor ganadas del 2012. No faltó por ahí, más bien en abundancia, cierta necesidad morbosa de escarbar heridas y enlutar merecimientos. El pasado del kazajo, es un condimento sabroso para los buitres de palabras santas y culo limpio.

Fue en 1996, en Atlanta, cuando el ciclismo olímpico decidió abrir sus puertas al profesionalismo. A partir de entonces, la competencia de los varones en ruta comenzó un avance por encima de los 200 kilómetros. Esta vez, y merodeando Buckingham, el sábado 28 julio invitaba a 144 ciclistas de 63 países a cumplir con un recorrido de 250 kilómetros, previo paso durante 9 vueltas al circuito de Box Hill.

Era evidente que los dueños de casa, al igual que lo haría cualquier otro bien nacido, trazaron sin mayor disimulo, lo que a todas vistas parecía un banquete para su niño prodigio en las llegadas al sprint; Mark Cavendish. Nadie dudaba en pensar, que los cuatro del SKY más uno, harían todo lo posible para llevar al oriundo de la Isla de Man, a su consagración en el Olimpo de oro. Los 5 kilos perdidos por Cavendish durante el 2012, con el solo objetivo de sortear con mayor resto la cuesta de 2 kilómetros al 5.7% de Box Hill, indicaban que todo el año merecía para él un solo pensamiento, el oro de Londres.

La historia nos recuerda que desde el triunfo del italiano Mario Zanin en Tokio 64, nunca una prueba de ruta se había vuelto a definir en un sprint de llegada masiva, sino por el contrario, las fugas y el descontrol han signado siempre la resolución de la prueba de ruta, y han sido por años la llave de acceso al medallero olímpico en esta disciplina. Pero fue tal la superioridad de los británicos del SKY en el reciente Tour de France, sumado a un Cavendish focalizado como nunca, que ese sábado todos creímos que su sueño olímpico, sería posible. Y compramos como nunca, la idea de un sprinter bañado en oro.

Sobraron elementos de confirmación, de que la armada británica con el amarillo de París aún tibio, intentaría controlar la carrera desde un principio. Claro está, 250 kilómetros son mucha tela por cortar y 5 hombres menos uno, resultaron ser muy poco para controlar algo más de medio centenar de intenciones. Es que 63 naciones no es lo mismo que los 22 equipos de una gran Vuelta.

El libreto de la fuga tempranera, con 18 en fuga a partir de los 23 kilómetros, parecía no preocupar mucho aún cuando la renta creció por encima de los 5 minutos y con varios gallos por delante. Alemania, que apostó más que un inglés en beneficiarse de los Wiggins & cía, fue irresoluta y tonta al no ser más contundente a la hora de brindar ayuda, y un Bert Grabsch por momentos y otro tanto de Tony Martin, resultó una tímida limosna y a destiempo. Mientras, Australia diversificaba sus intenciones con O´Grady por delante y con Goss con un ojo en la nuca de Maxman; formulaba la excusa perfecta para no colaborar con los ingleses. Gilbert hizo lo que sabe, atacar y atacar intentando cortes y enganches, como en tantas clásicas de 2011, el belga se la jugó valientemente, al igual que Nibali dando la cara por Italia.

A falta de 70 kilómetros un nuevo e importante ataque arrimó a gente como Valverde, Luis León Sánchez, Cancellara, Gilbert y Nibali, al grupo de punta. Esto daba lugar a un grupo de 30 hombres con varios nombres de temer. La diferencia fluctuaba en 1 minuto, y todo aún parecía posible para un final escrito para los sprinters. Sinceramente, yo pensé que los británicos lograban el objetivo de agruparlos nuevamente. Pero el excelente trabajo hecho por los suizos y el español Castroviejo, logra mantener la diferencia y da el toque de gracia a las ya minadas fuerzas británicas. De todo lo bueno hecho por Rast y Elmiger, Cancellara lo intenta coronar a falta de 20 kilómetros, pero una curva traicionera lo deja en el suelo, duramente golpeado y sin opciones. Ya sin el titán de Berna en pugna por el oro, los suizos abandonan la lucha y se retraen. De aquí en más se sucedieron los ataques dispares y continuos, pero será el colombiano Rigoberto Urán quien da en el precio justo con su arranque a falta de 7.5 kilómetros. Pero la rueda del colombiano pronto cargó premio, llevándose a Vinokourov en calidad de aliado inmediato y amenaza para el posible oro. La duda del resto de escapados por detrás, termina de liquidar las cosas a favor del dúo de punta.

La recta de meta otorgaba oro y plata, en un orden dominado por el mayor resto físico del kazajo y su saber hacer, y no tanto por el comentado vuelco de cabeza a izquierda, del colombiano. Urán ya sin piernas, hubiese perdido cien veces esa llegada, aún con los ojos puestos donde mejor debieran. Merecida plata para Rigo, un medalla con sabor a revancha; revancha por el mal momento vivido por el colombiano tan solo 30 minutos antes de largar, al enterarse que un error electrónico amenazaba con no permitirle la partida al no estar inscrito. Al final todo se solucionó, y aquello quedo en un mal momento que seis horas después se transformó en plata y gloria para Colombia.

Con solo 8 segundos de retraso con respecto a los 2 primeros, Alexander Kristoff brillantemente le da el bronce a Noruega, y no deja ya más nada para los que vienen después.

CONCLUSIONES VARIAS

Los ingleses hicieron casi todo bien, incluido perder mostrando que son humanos. Esto último no es poca cosa, más viendo que si andan poco se los cuestiona y si ganan por destrozo se los condena, con sospechas y dudas por igual.

Los alemanes pecaron de listos. O asumís idénticas responsabilidades, o morirás viendo como cuatro ingleses no pueden controlar una carrera, y menos regalarle un oro a Greipel.

Los australianos apostaron a diversificarse. Evans no existió, O´Grady dio todo desde temprano, y Goss sencillamente no tuvo opciones de hacer lo que sabe.

Los franceses mostraron que Chavanel es el único capaz de salvar la plata en cualquier quiniela. Aunque la apuesta de Francia a la ruta no me quedó ni del todo clara ni manifiesta, al preferir regalar una plaza, de las cuatro logradas, pensando en sus opciones en la pista. Y lo explico de esta manera. Por aquellos caprichosos puntos oscuros del reglamento olímpico, Mickael Bourgain fue protagonista de una situación curiosa y no menos incongruente. Protagonizó el primer abandono de la carrera, cuando iban apenas 3 kilómetros, ya que su largada era simbólica y por cumplir un formalismo. En realidad, el pistard francés está en Londres para participar el próximo 7 de Agosto en la prueba olímpica de keirin. Pero el reglamento olímpico exige a los participantes de esta disciplina, anotarse al mismo tiempo en otra modalidad ciclista para poder participar. De esta forma Francia decidió sacrificar una plaza en la ruta, apostando a contar con el virtuoso especialista del keirin sobre la pista de Londres. Todo dicho, entonces.

Los españoles hicieron todo bien, salvo olvidar la pólvora seca vaya saber dónde. Lo de Valverde y Luisle, ya roza lo escandaloso. Casi tanto como lo de Cobo en el Tour y lo que va del año. Castroviejo sin palabras, hizo gala del dorsal número 1 y se lo creyó y valió. Apuntó maneras que quiera su suerte que nos regale buen ciclismo algún día. Pinta para clase A.

Italia, Suiza y Bélgica; similares. Intentaron, atacaron, estuvieron. Hay veces que las cosas resultan y en otras…gana Vinokourov.

Uruguay con nuestro compatriota Jorge Soto, corrió con la mala suerte de formar parte de la caída más importante de la mañana, justo antes de afrontar el primer pasaje por la subida de BoxHill. Realmente una pena. Igualmente, las excepcionales condiciones de Soto, debieran ser direccionadas hacia la pista y pensando en el ómnium. Seguramente otro gallo cantaría. Le tengo fe.

Apartado especial para Eisel y Roger; el salario del SKY ha de ser muy bueno, tanto como para olvidar el significado del patriotismo, de defender los colores de su país y hasta de sus propias opciones. Por momentos, vergüencita ajena.

Sobre correr sin radios/pinganillos, ya se vio. El caos parece ser un buen espectáculo, aún cuando nadie sabe a ciencia cierta a que se corre durante 250 kilómetros. Un amigo me preguntaba sobre la existencia de la moto-chismosa, indicando con la pizarra las diferencias de tiempo de las fugas. Yo, nunca la vi. Parece que la gracia está en sacar cosas. Ciclismo minimalista, dirán.

Si alguien pensó en equipos de siete ciclistas para una gran Vuelta, ya se vio como aproximación, lo que pueden hacer cinco y de los buenos y durante un solo día. Nada. Ni te cuento en tres semanas.

Los mismos que piden cinco o siete ciclistas por equipo -da igual, total no son ellos los que van sobre la bicicleta-, son los mismos que hoy se rasgan las vestiduras por un ciclismo limpio y más humano. Los mismos que intentan manchar el oro de Vinokourov con dudas y fantasmas del pasado, los mismos que no les viene bien nada. Para ellos la abolición de la regla Osaka fue un sacrilegio, y en esa se quedaron. Puro fundamentalismo; puritanismo del bueno, si me permiten.

“Non bis in idem”; y a ese principio del derecho me ajusto, no condenando doblemente a quien purgó justa pena. De lo contrario, decretemos ahora y siempre perpetua all around para cualquier caramañola aditivada. De no ser así, si te vas a quejar, quéjate antes que se baje la bandera y de cada uno de los "barcos tocados"; después no acepto quejas si no te gusta o cae en gracia el ganador.

Ahora, si hubiese ganado Cavendish, las columnas partidarias y amarillistas estarían batiendo palmas y loas, aunque alguno de sus compañeros de selección hoy enfunde el mismo pasado que el kazajo. Periodismo del bueno, seguro que para pensar.

Este mundo de buenos y malos que intentan pintar, me niego a consumirlo, y mi natural reacción es de repudio total. Me basta con decirlo al menos, para ya aliviar tanto asco.

Ganó Alexander Vinokourov, señores, pese a quien le pese. El oro olímpico es suyo a los casi 39 años. Y bien merecido por valiente, astuto y porque esta vez alcanzó a besar de frente a la selectiva suerte. Justo es decir, que el oro llegó 12 años después y con sabor a revancha por aquello que le ofreció Sydney, y le limitó hacer un fulano llamado Jan. Esta vez, no tuvo que conformarse con la plata por temor a quedarse sin contrato pago con dinero alemán.

De ello, los señores del viejo continente que hoy critican al kazajo, doy fe que nunca hablaron.

3 comentarios:

Luis dijo...

Impecable. Me muero por leer tus reflexiones sobre el mundial!!

Anónimo dijo...

Que pasó???? ayer había un comentario que hoy ya no está!!! No se puede opinar si no se está de acuerdo con la nota????
Por las dudas no opinaré, vaya que mañana me "eliminen" el comentario....

Sergio Ferraro. dijo...

Estimado anónimo/a.

Su comentario no ha sido eliminado, no. Nunca lo hago, salvo que su lenguaje se abusivo, irrespetuoso o de alguna forma falte el respeto individual o colectivo.

No subestime mi inteligencia, por favor. Si tiene un comentario que usted cree interesante hacer, hágalo; pero de ningún modo intente insinuar censura. Y en lo posible cumpla con las normas de cortesía, las cuales alientan a firmar sus comentarios con nombre y apellido. Del mismo modo que yo lo hago con mis artículos. Discutamos, sí; eso seguramente nos puede enriquecer el espíritu y por ahí hasta el intelecto a ambos, pero hagámoslo en igualdad de condiciones. Estamos de acuerdo y de alguna forma he sido claro, señor/ra?