domingo, 20 de septiembre de 2009

Los ciclistas, nosotros, ese colectivo displicente.


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Cédric Vasseur nació un 18 de Agosto de 1970, en la localidad de Haezebroucke, al norte de Francia. Debutó como profesional en 1994, en el Novemail-Histor. Vasseur es recordado como un ciclista modesto, de escasos 27 triunfos en su trayectoria profesional, dónde destacan sus dos etapas ganadas en el Tour de France. En el Tour del 97 ganó la 5ª etapa con final en La Châtre luego de una escapada en solitario, lo cual le valió vestir el maillot oro durante 5 gloriosos días. Sin lugar a dudas, su gran actuación. En la 10ª etapa de ese mismo tour, fue Jan Ullrich quien le arrebató su momento de gloria, un joven alemán de 23 años que vestiría el amarillo hasta la victoria final en París. Tuvieron que pasar 10 años para que pudiera repetir triunfo en el tour; en la 10ª etapa con final en Marseille, Vasseur se reencuentra con la gloria en suelo francés. Ese 2007, ya sería su último año como ciclista profesional.


Pero el respeto no siempre se gana con triunfos, de pronto la ética, la integridad como persona o la inteligencia, sean valores más elevados y ciertos a la hora de elegir un líder. Esto quedó demostrado el 19 de Octubre de 2007 en Como (Italia). Un día antes de la disputa del Giro di Lombardía que ganaría Damiano Cunego por segunda vez, Cédric Vasseur fue elegido por sus colegas como presidente de la Asociación de Ciclistas Profesionales (CPA), relevando de este cargo al italiano Francesco Moser que ocupaba el cargo desde 1999. Al día siguiente de su nombramiento, Vasseur disputaba en Lombardía su última carrera como profesional, y de aquí en más, sería el responsable de representar la voz de los ciclistas profesionales agrupados en esta asociación. Cargo que ocupa hasta el día de hoy.


Es importante señalar algunos de los principales objetivos de la CPA, y por tanto las funciones de su presidente. Esta asociación creada en junio de 1999, en sustitución de la anterior AICPRO, es una entidad reconocida por la legislación Suiza y tiene por objetivo primario, la defensa y mejora de las condiciones de los ciclistas. Participar, con las mismas capacidades que AIOCC (Asociación Internacional de Organizadores de Competencias Ciclistas) y AIGCP (Asociación Internacional de Grupos Ciclistas Profesionales) en las obras y las decisiones adoptadas por la UCI. Contar con representantes permanentes en las comisiones principales de la UCI y el Consejo UCI Pro Tour (CUPT). También se ocupa de coordinar todas las acciones de las asociaciones nacionales de ciclistas y actuar como intermediario en problemas que van más allá de las fronteras nacionales. Divulgar una mejor imagen de los ciclistas en la lucha contra el dopaje. Es así que durante varios años, el 2% de todo el dinero de los premios se da como una contribución de los corredores a favor de la lucha contra el dopaje. Es bueno saber y señalar, que esta situación no existe en ningún otro deporte. Establecer una relación de trabajo fiable entre los ciclistas y sus empleadores y fijar los salarios mínimos, así como cobertura social relativa a los riesgos de su trabajo. Intentar mejorar la relación de los ciclistas con todas las demás partes implicadas en el ciclismo profesional. Pero la función de la CPA, no sólo es velar por los derechos de los ciclistas asociados, sino también, hacer conscientes de todas aquellas obligaciones a las cuales deben adherirse los individuos que forman parte de este colectivo.


En uno de sus comunicados, la CPA hace hincapié en que los principales objetivos han recibido la aprobación de la UCI, la cual ha tomado una decisión digna de elogio por su inclusión en sus normas y fomentando la mayoría de las iniciativas y propuestas de la CPA.


Yo recuerdo de siempre, de a veces, o de algunas oportunidades quizá, la figura de Federico Moreira como ciclista, representando al conjunto de sus pares. No sé si en un acto de refleja democracia o de caudilla presencia, poco importa, por lo ya pasado del tiempo. También a José Maneiro, a Nazario Pedreira y algún otro que quizá hoy huye de mi memoria, pero que por ahí también supo estar en estas funciones de líder gremial. Eran épocas de carreras en paro, de etapas que veían demorada su largada, de recorridos que eran modificados. Eran épocas de un pelotón con voz en alto, de enfrentar a la dirigencia de aquellos tiempos con la fuerza que otorga integrar un colectivo, el agruparse, el largar o no largar. El ser o no ser, el estar o no estar. El estar unidos y participar en las decisiones. El existir.


Yo no sé, quizá en aquellas épocas, el objetivo de los reclamos era lograr que se transite por rutas en buen estado y así preservar la integridad de los competidores y de los caros materiales de competición, así como pelear por viáticos dignos, o tal vez por premios impagos. Yo no sé si el fin de aquellas luchas hoy por suerte ya no se justifica. El país por suerte ha ido cambiando, la infraestructura vial ha mejorado notoriamente, y hoy por ahí es poco probable que una carrera encuentre un camino en mal estado. Otras necesidades, es justo reconocer que han sido superadas y en algunos casos, bien contempladas por la actual dirigencia. Sería bueno pensar, que por ahí las necesidades han mutado, que el mundo es otro y el escenario se presenta diferente. Que aquel espigado ciclista que antes encabezaba el paro, hoy está del otro lado del mostrador, y ahora es dirigente. Son otras las dificultades, otros los inconvenientes, y son otros los elementos que impiden un despegue de nuestro deporte. Pero no son obstáculos sólo puestos para nuestros directivos, son obstáculos que deberíamos enfrentar todos unidos. Repito, son obstáculos que limitan al ciclismo, y por tanto, debemos recordar que el ciclismo somos todos, señores. Sería bueno pensar, que si bien hoy los obstáculos son otros, la necesidad de integrarnos, ser participativos y luchar, sigue tan vigente cómo entonces. Pero no necesariamente desde la confrontación, como antiguamente se hacía. Personalmente opino, que un mejor camino es sí, desde la participación y la colaboración en el delineado de las estrategias a seguir. El ciclista debe estar representado en las comisiones principales de la FCU, y participar activamente en las decisiones que allí se toman.


Ahora, vienen a mí mente, varias y diferentes preguntas en relación a estos temas. Que piensan en estos tiempos los ciclistas de nuestro país?. Dónde están sus voces?. Dónde opinan?. De qué forma lo hacen?. Como muestra, este humilde sitio. Son bastantes los que me cruzan en la carretera y me comentan leer estas y otras notas, son otros tantos que me escriben a mi mail personal y me hacen idénticas o disímiles apreciaciones. Otros, algunos: se quejan, lamentan, maldicen en virtud de las realidades que ellos perciben. No están de acuerdo con lo que sucede actualmente en el ciclismo de nuestro país, y ni tan sólo intentan ver algo de luz, aún si con esfuerzo, le intentas hacer notar que algunos aspectos quizá han mejorado. Son otros, prefiero reservarme si muchos o pocos, que dicen leer en mis palabras el fiel reflejo de sus pensamientos. En cambio son pocos, sí muy pocos, los que hablan, escriben o estampan firma con galante nombre y apellido, ante el hecho de coincidir o disentir pensamiento. Pero al menos esos pocos, valientemente se atreven a hacer notar que existen y hacer saber lo que piensan. Y como si fuese poco, muchos de ellos preocupados por nuestros destinos, ni siquiera son ciclistas uruguayos. Más allá de las pródigas y hasta abundantes palmadas de espaldas que recibo, -que aclaro, ninguna fue de José Saramago- sólo encuentro un profundo silencio y aún más hondo desinterés. Al parecer, se ensaya un modo más actual de participación; es más rentable como efectiva la queja silenciosa como el oportuno gemido ante el que embiste.


La explicación que muchos encuentran, es que no son “alguien” en el ciclismo como para poder hablar u opinar. Lamento patear la olla de sopa de ajo y plantarme en un pensamiento diferente al de estas personas; al menos yo, no por escaso ciclista abundante estúpido, inculto o aún mayor cobarde. Las diferencias entre estos conceptos, son notorias y las resalto, y aclaro que dónde sí encontramos idéntico valor, es a la hora de contribuir con el dinero que cubre el valor de las licencias. Ahí sí, la FCU nos reserva una instancia participativa y nos encuentra un valor como colectivo, tan útil como oportuno. De un tiempo a esta parte, también han hecho saber de esto a nuestros hermanos del MTB, que ahora también son “alguien”. A pagar licencia se ha dicho, queridos bikers. Como deber ser, por otra parte, aunque en otra nota ya hablaremos de este tema. Por ahí, alguien más, aún continúe pensando que no somos “alguien” como para opinar. Y prefiera seguir escondido, tanto en su displicente silencio como en su respetable pensamiento.


No es la altura que prodiga un podio, la que profiere al crack una posición encumbrada y una visión tan magnífica como panorámica. El crack no siempre ve, y si ve muchas veces calla por preservar su “statu quo”, o quizá mejor dicho, cuidar los alambres de su chacrita. Cuando digo “crack”, no me ajusto al término, al referirme a los que supieron cosechar éxitos deportivos, pero también a aquellos que a su manera y tiempo, alcanzaron cierta gloria, ya sea en el poder que otorga un micrófono, una pluma, una cámara o un puesto de dirigente o entrenador. Son aquellos cracks que fueron parte de una historia, que las pasaron, las vieron y siguieron sin dejar herencia. Hoy peinando canas y al borde de la ruta, los escuchamos decir que ya nada es lo mismo, que mejor era antes. Yo pregunto: cuanto hicieron en su tiempo, por sembrar idea por un futuro mejor?. Hoy mismo la rueda nos deja en el mismo punto, los crack de hoy, los no tan crack y los simples mortales con idéntico derecho, callan y otorgan. Mientras tanto, ya a punto de dar los últimos golpes de pedal de sus vidas deportivas, se aprestan bien dispuestos, para dentro de unos años ser los “veteranos quejosos” que dirán; “ya nada es lo mismo, mejor era antes..”. Yo les pregunto, cuanto hicieron en su momento, o sea hoy, para que esto cambie. Callar y otorgar. Porque de acariciadores y ladinos el trayecto se encuentra florecido, yo prefiero ser espina orillera que al descalzo y dormido devuelve a su camino.


Como ciclistas, podemos continuar con la actitud inmadura de pensar que todo nos ha de ser dado, construido y desarrollado por y para nosotros. Los ciclistas tendemos a comportarnos como niños de menuda edad, naturalmente habituados a depender de la imagen paternal de nuestros progenitores, para todo aquello que no sea respirar. Hoy quizá comenzaremos el día pensando que es el Estado que tiene que mover un dedo e invertir en el ciclismo, como si del Estado no dependieran aspectos más trascendentes y/o comunes al resto de la población, que invertir en unos pocos locos que se nos da por dar pedal. Otro día madrugaremos pensando que la culpa absoluta es de la Federación Ciclista y en su nombre el que esté de turno como directivo, en este caso Moreira, como si sólo y absolutamente de él dependiera el mal o bienestar del nuestro deporte. Otro día apuntaremos la mira infrarroja a las cabezas profanas que dirigen las empresas, y que en su ignorancia según nosotros, no ven al ciclismo como la panacea de la publicidad. Considero que, tanto a la federación, al Estado y por ahí a las empresas les cabe una gran parte de la responsabilidad, y en ese orden. Pero a nosotros, el grupo que formamos los ciclistas, también nos señala el dedo acusador de la responsabilidad. Integrarnos como parte asociada al grupo que comanda los destinos, es de orden, oportuno y urgente.


Hacer oír nuestra voz, reitero, no ha de ser solo patrimonio de quien en su condición de crack, retiene en momentos efímeros el gran porcentaje de las miradas. Créanme, que no solo el crack ve lejos por estar subido al podio. La visión e inteligencia es producto de otros parámetros más ajenos y oportunos que el triunfo, depende quizá no tanto de una materia gris capacitada, pero sí bien dispuesta y auto-dirigida. Yo no puedo quedarme pensando si a la actual directiva de la FCU se le antoja, se le ocurre, le da la cabeza, le da la gana o conveniencia, la cintura política, la imaginación y el saber hacer. No puedo quedarme pensando: ”… es lo que hay valor” y no sé si algún día se verá la luz. Es verdad que se avanza, como no, sería tonto no admitirlo. Pero reconozcamos, que el parámetro casi exacto de atraso se aproxima a 30 años, y puedo argumentar esto a quien me lo pida. Nuestro ciclismo está atrasado, al menos 30 años con respecto a las potencias mundiales. Y al ritmo que se avanza no será posible achicar la brecha ni en otros 30 años más. Por eso insisto, el cambio para que sea válido y merezca el aplauso, ha de ser radical y contundente. Basta de remiendos, basta de lavados de caras. No se apunta a ninguna parte, no hay un proyecto integral ni un rumbo que todos conozcamos. Brasil, Colombia, Argentina ya cuentan con un ciclo olímpico proyectado, al menos. De estas tres naciones, si bien Colombia se mueve en el eje de un proyecto más amplio como ambicioso, en su lugar Brasil y Argentina desarrollan un plan a escala más conservadora, pero al menos todos las partes cuando al menos no participaron, por lo menos conocen la existencia, el alcance y objetivo del proyecto. Mientras, acá nadamos en las ausencias y carencias. Mientras acá, los ciclistas sólo nos ocupamos de señalar a “los de arriba” como los que deberían hacer, un algo, que nunca nadie me sabe decir a ciencia cierta que es.


Mientras, en el viejo continente, el ciclismo se esfuerza por esquivar las crisis tanto económicas como institucionales. Y en ese ciclismo, la unidad es el ciclista. Un ciclista que se esfuerza no sólo por entrenar día tras día, con la más absoluta dureza, por avanzar en el método y la técnica, y por estar a la altura de lo que cotiza. Ese mismo ciclista, también sabe, que su valor no es sólo la calidad de su golpe de pedal, su valor superior es quizá la magnitud de su imagen. Sabedores de esto, algunos ciclistas se esfuerzan por aprender y hablar varios idiomas, por preparar con especial cuidado sus conferencias de prensa y por integrarse de la forma más conveniente e inteligente, en la dinámica que exige un gran espectáculo. Hacia ahí debemos apuntar los ciclistas uruguayos, ese es el horizonte. El mismo esfuerzo, interés, o recursos intelectuales que el ciclista uruguayo invierte en mantenerse vigente y actualizado, tanto en los materiales, vestimenta, ayudas ergogénicas o suplementos nutricionales, debería destinarse en profundizar en el aprendizaje de recursos relativos a mejorar la imagen del ciclista frente a los medios y en particular en forma directa ante la comunidad. Es necesario hacer un “mea culpa”, tal vez, y preguntarse cuántos ciclistas son conscientes que venden imagen y por tanto han de actuar y mostrar un comportamiento en virtud de ello. Cuantos son los equipos que preparan a sus ciclistas no sólo como deportistas, sino como agentes de promoción de marca?. Es muy común, ver ciclistas que no perdonan en la línea de meta, pero fallan a la hora del micrófono o de la cámara.


Después de haber analizado el valor del “ciclismo” como marca, el papel de la televisión como gran motor de un espectáculo de éxito o de fracaso, y las potencialidades de un equipo ciclista como recurso publicitario, hoy en esta nota, nos hemos ocupado de hacer un análisis de la situación en la cual se encuentra el ciclista uruguayo, como miembro activo o tal vez un invitado de piedra, sin voz ni voto. Si bien es verdad que el ciclismo uruguayo está en marcha, es hora de que nosotros participemos en forma activa de este movimiento colaborando con nuestro ánimo, apoyo y empuje. Si en cambio consideramos, que la velocidad, la dirección, o el destino no son los correctos, quizá bien, sea hora de intentar con nuestra integración reunir idea para ayudar a mostrar otro camino. Tal vez sea hora de agruparnos en una asociación de ciclistas nacionales bien constituida y sólida, como primer paso, y como forma de buscar el camino de la unión y los consensos. Reitero, el destino no ha ser la confrontación ni la resistencia, prefiero ubicarme aunque dueño de una visión bastante crítica, en la postura de la colaboración, integración y los esfuerzos compartidos. Pues, al fin y al cabo, al ciclismo lo hacemos todos, como antes dije y bien sabemos.


Mientras digo lo anterior, una idea queda en mi cabeza. El ciclista: la unidad, el fin, la causa. En conjunto, hoy, un colectivo displicente. El que calla, otorga.