sábado, 18 de julio de 2009

Bye Bye, Levi!


(Tiempo estimado de lectura: 4´30´´minutos).

A falta de 2 kilómetros para el final de la 12ª etapa del Tour de France, en la ciudad de Vittel, la ciudad famosa por su agua, el americano Levi Leipheimer se fue al suelo provocándose una fractura de escafoides. Leipheimer salió despedido y se golpeó contra el borde de la cuneta. "Temo que no pueda disputar más carreras importantes este año", anunció.

A pesar del infortunio, el americano llegó a cruzar la meta por detrás del pelotón junto a otros corredores implicados en la misma caída, como Cadel Evans y Michael Rogers. Tercero del Tour del 2007, era cuarto de la general en el actual, a tan solo 39 segundos del resistente líder Nocentini. "Se nos ha ido el 25% del equipo", dijo Armstrong una vez concluida la etapa.
Se ha marchado el cuarto en la general, y un serio aspirante al podio final en París. Mensurar si se ha ido el 25% del equipo, mucho menos o mucho más, sólo el final en la carrera lo hubiese dicho a ciencia cierta. En un Tour que para muchos se nos presenta como de un trazado aburrido, en virtud de los escasos movimientos en la general, y de la perdurable presencia de un intrascendente Nocentini, que ya suma su octavo día de amarillo. Y que el italiano ya lleve más días de amarillo que Gimondi o Pantani, los dos únicos compatriotas que han ganado el Tour de los últimos 50 años, refleja las lagunas del ciclismo italiano y reafirma lo raro que está resultando este Tour.

En un Tour signado por la polaridad entre Contador y Lance, todo el mundo desde el comienzo de la carrera ha relegado a Leipheimer al olvido. Y el mismo Levi, sabía que en este anonimato se escondía su mejor arma para el triunfo, condiciones óptimas para un ciclista al que siempre le ha costado sostener la presión del liderazgo. Liderazgo que no supo reflejar en éxitos en sus épocas en el Rabobank holandés, donde estuvo 3 años, o en el ya desaparecido Gerosteiner que defendió durante 2 años, y en todo ese tiempo su mejor puesto fue sexto en el Tour 2005. Levi Leipheimer es el típico “asesino silencioso”, ciclista psicológicamente más apto para la defensa que para ir al ataque. Un auténtico “pecho frío” para muchos.

Los invito a recordar el Tour del 2007, el Tour de la retirada del líder Rasmussen en la etapa 16 y a falta de cuatro días para el final en Paris, quien le entrega el liderazgo al segundo en la general, Alberto Contador. Dos días después de que Contador heredó la malla de líder, se llega a la penúltima etapa, una contrareloj individual de 55.5 kilómetros entre Cognac y Angoulème, Contador líder y Leipheimer tercero en la general a 2 minutos 49 segundos de su compañero. Levi puso contra las cuerdas a su compañero de filas en el Astana así como a Cadel Evans que estaba segundo. Es así que Levi ganaba la etapa con 2 minutos 18 segundos sobre Contador y comprimía el podio, permanecía tercero, pero ya solo distanciado en solo 31 segundos de Contador, ganador final. Contador supo ese día, que su gran rival estaba en su equipo.

Reitero lo bueno de recordar. En la Vuelta a España del 2008, competencia que tuvo como ganador a Alberto Contador. El segundo en la clasificación general final fue Levi Leipheimer a tan solo 46 segundos de Contador, su compañero en el Astana. En aquella Vuelta a España Leipheimer alcanzaba el liderazgo en la quinta etapa, la contrareloj llana de 42.5 km en Ciudad Real. Apabulló a sus rivales, entre ellos Contador, quien perdía 49 segundos en aquella crono. La carrera estuvo marcada por la rivalidad entre Contador y Levi, quien solo resignó colaborar con Contador en la subida al Angliru, etapa esta de la subida al Angliru que fue ganada por Contador y que le valía la malla de líder, y donde Levi cedía un tiempo de 1 minutos 5 segundos en esta subida. Al día siguiente Contador volvía a ganar con 2 segundos de ventaja sobre Levi. Pero Leipheimer aún guardaba una carta en su manga, y Contador sabía de esto. En la penúltima etapa de la Vuelta, la cronoescalada de 17 kilómetros en Navacerrada, Levi sorprendía al escalador madrileño y ganaba la etapa con 31 segundos de ventajas sobre Contador. El análisis final de la Vuelta arroja a un Contador empatado en tiempos con Leipheimer, siendo la ventaja de 46 segundos acumulada por Contador solo en las bonificaciones obtenidas. Una vez más, el verdugo de Contador casi lo es Leipheimer. Y una vez más Contador respira al final en el escaso aire que le deja Leipheimer.

Mucho se ha hablado del regreso de Lance, se dice que ya no es el mismo que vimos en el pasado Giro, que ahora va más fuerte. Y el énfasis mediático del Tour ha enfrentado al madrileño con el texano. Pero a mi juicio, en el caso de considerar al madrileño Contador como favorito para ganar la general, yo entiendo que su gran rival no es nacido en Texas, sino que hubiese venido de Montana. Con la retirada de Leipheimer, Contador quizá pierde sí a un gran colaborador en el seno de su equipo, pero también pierde a su más claro y contundente rival a falta de siete etapas, incluida una contrareloj individual de 40 kilómetros en Annecy. Alberto entonces, ve más llano su camino hacia París, mientras dice “bye bye, Levi”.

Cabe acotar que ayer viernes 17 de julio, el ciclista estadounidense Levi Leipheimer fue operado de manera satisfactoria de la fractura que se produjo en su muñeca derecha. La operación se llevó a cabo en el Hospital Juana de Arco, situado en la región francesa de Dommartin-lès-Toul. La fractura del escafoides en dos partes requirió la colocación de un tornillo de titanio de 22 milímetros. Levi señaló que si bien la muñeca le duele “no es comparable con el dolor de abandonar el Tour” y no poder disputarlo junto a sus compañeros del Astana.

Contador, el de arriba una vez más te ha dado una manito, al mismo tiempo que se la ha roto a Levi. Caso curioso es el del Papa Benedicto XVI que sin estar corriendo el tour y siendo este un buen amigo de dios, el mismo día que Leipheimer, el Papa también se ha fracturado la muñeca derecha, al parecer tras una caída por un resbalón en la casa religiosa de la localidad de Les Combes de Introd, donde pasa sus vacaciones. Ya lo ven, dios da una mano por vez, y esta vez, como ya dije, le ha vuelto a tocar al madrileño.

Aparte y a manera de saludo vespertino. Aquel viejo chiste, que relata el insuceso de un visitante que resbala y cae en el piso de la Capilla Sixtina, me recuerda que ante el saludo de “buenas tardes”-en italiano- por parte del cura al intruso caído, el visitante le responde: Buona sera? Buona sera, pero muchaaa!!

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